Un hombre recorre un pasillo, y va abriendo puertas. Detrás de cada puerta se encuentra con cada una de las personas que le han dejado un extraño sabor de boca a lo largo de su vida. Comienza por las personas mas desconocidas, mas olvidadas, y reacciona con descaro y prepotencia ante su presencia, recordándoles el doloroso recuerdo que tiene de ellos. A medida que recorre puertas comienza a entender que esta recorriendo a todas aquellas personas a las que siempre quiso decirles una ultima palabra antes de morir.
Las mas cercanas al inicio del corredor recibieron los peores reproches; reproches frutos del odio y el olvido. A medida que las puertas descubrían a personas mas conocidas (mas odiadas) el hombre comenzó a entender la cercanía de la muerte y su tono comenzó a cambiar. Los reproches llegaron a tornarse inlcuso en sinceros consejos. Su cara era otra al final del largo caminar, utilizando su cambio de actitud ante el pendiente despecho de toda una vida, una manera de reformar su atormentado espiritu.
Llega ahora nuestro henchido hombre al final de su recorrido, al dintel de la ultima puerta, con calmado y nunca tan volátil espiritu, sin ninguna letra en el tintero y dispuesto a morir.
------------------------------------------------------------------------
5 comentarios:
Y es q...después de todo, siempre queda algo por decir...
Un beso
será esa la razón por la que hay gente a la que se le suaviza el carácter con el paso de los años....además de por la experiencia, claro.
¿Por qué el mito del perdón antes de morir?
No sirve para nada: mejor perdonar antes, o no perdonar nunca.
Dependiendo.
Un beso
más vale tarde que nunca
eulalia:
Tu reflexión me hace pensar. Quizas nuestro hombre no está perdonando, simplemente se desquita de esa pesar de toda una vida.
Mas que un perdon es un reconocer que hasta los mas despiadados momentos de una vida, son eso, una vida.
La vida.
Publicar un comentario