sábado, octubre 04, 2008

Lapo de camello.

Hay un tipo algo espigado que se va de viaje a Marruecos. El viaje no parece tener un objetivo complejo: dar envidia a conocidos y pasar unos días con la parienta. Pero ahí la grandeza de la imaginación de mi teclado, que el viaje toma un desenlace trascendente. 

-Ahora subo rápido por esa loma que veo a lo lejos y entonces si que va a correr el bicho este cuando la bajemos mas allá.- Piensa el espigado y sureño tipo.

Al verlo correr encima del dromedario, el guía piensa en leche de magnesia.

La carrera de dromedarios es algo interesante de presenciar, sobre todo cuando éstos van correctamente atados unos a otros. 

Nuestro espigado y sureño prota, al comenzar su vigoroso trote, no se percata que tira del dromedario que va detrás del suyo. Y así al poco tiempo, no siente como la cabeza de éste segundo bicho se queda en un dinamico paralelismo con su mano derecha. A esta mano precisamente le encanta tocar cabezas peludas. No se lo piensa. Se reposa en movimiento sobre esa especie de palmera sin tronco que tienen estos cuadrípedos en la cabeza.

El escupitajo del dromedario, el atisbo de atragantamiento, el atragantamiento, el atisbo de asfixia y la ingesta del propio escupitajo, no es posible describirlos en distintos momentos temporales. Por lo menos el guía no ha sido capaz. Por eso se sonrió al pensar de nuevo en leche de magnesia.

La saliva de dromedario es muy similar a la leche de magnesia.
La leche de magnesia es un magnifico laxante antiácido.
El guía era un poquito cabrón.
Nuestro espigado amigo tiene ahora el estomago algo mas sensible tras su viaje.
Pocos saben que se debe a este trascendente suceso, en un placentero y en principio intrascendente viaje organizado.
Menos aun saben como mi teclado se ha enterado de este suceso.
El guía es un poquito cabrón.

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