viernes, enero 12, 2007

Talking of life.

Claro que la vida se debe llenar de experiencias. Experiencias que llenen la vida. Y por supuesto, que nadie lo dude, lo que llena, son las experiencias de la vida.

El jigging es una técnica de pesca japonesa que consiste en hacer creer al pez foco de la potencial captura, que el señuelo es un pez herido. Y como no era menos de esperar, la naturaleza dice que presa herida -presa comida; el resultado es que si el pescador consigue hacer creer que el señuelo metálico es un pez herido, la captura esta asegurada.

Salimos a las ocho y media de la mañana de un gigante puerto sureño de la afortunada isla del mencey teide. El sol que poco despuntaba en un izquierdo horizonte, estaba lejos de castigar aun nuestras ambitostadas pieles, intermitentemente untadas de protector alto nivel.

Los celestes e inmortales espectadores no creian el ambiguo contenido humano del barco pescador.
"Nunca vi un marinero sentado", dijo la primera celula gris de la mañana.

Tras varias millas náuticas de andadura el cascarón del siglo XXI paró en una de las tan buscadas "marcas".

Los peces solo encontraban la experimentada caña. Otra quedaba desierta entre sudores y dolores de espalda.

La comida a media tarde, con lorenzo dejando la vertical hacia el este, comenzó a marcar el comienzo de la hazaña.

Las manos del novel pescador comenzaban a perder lo poco atinado de sus mejores movimientos. El carro de apolo cargado de amarilla fluorescenca enfocaba el horizonte, y el experto medregal terminaba su enésima jornada en aguas canarias.
El pequeño jig cursó su involuntario viaje hacia el fondo sin buscar rumbo necesario. Al tocar el fondo rebotó como respondiendo a una última exhalación. En su coordinada subida quería marcar el último drama descrito por hemingway, ... en clave de fuerza.
El experto seriola tras haberse engullido una pequeña vieja, al ver aquel pequeño pez de indescritpible y dorada especie, herido y con un extraño pulular ascendente no pensó dos veces en tirar un rápido y voraz mordisco.

El novel pescador notó una novedosa sensación en su caña. Tras sus primeras pero intensas horas como pescador, no había conocido la sensación de la parada. Nadie tiraba del sedal, pero alguien o algo hacía que aquello no se moviera. Ese alguién pesaba 8 kilos.

El sabor de la cebolla cocida hacía aún mas agradable el sabor de la presa. Era la primera vez que volvía a recorrer miles de años para recordar la sensación de comer lo capturado.

¿Donde ha colocado nuestro inconsciente, tras este puto progreso, nuestro instinto de caza?

Espero poder reenfocarlo hacia su lugar de origen. Si no lo consigo, ¿intentará algún día buscar camino?

¿Habéis pensado en vuestro instinto cazador?.

2 comentarios:

El galeno estrella dijo...

Lo mejor de la pesca como de tantas otras cosas es la primera vez.
Yo recuerdo la mia bastante bien, aunque no fue tan célebre, como la que nos acabas de contar.
En un muelle desierto de pescadores profesionales, con la ilusión que nos insuflaba las historias de un compañero de clase de mi hermano, nos fuimos varias veces de pesca, pero mi primera vez fue la más peculiar.
Al recoger la presa, empezó a inflarse, nos miramos como diciendo que extraña criatura, y se la llevamos al más entendido del lugar, otro chico de corta edad bajo los efectos del cannabis. Sin ningún asombro el chico le arrancó el anzuelo y lo tiró contra el suelo, acompañandolo de un fuerte pisotón, que lo hizo estallar.
Toda mi ilusión de mi primera pesca estaba dispersa por el suelo. Lo único que nos dijo fue "otro tamboril", como la cosa mas común del mundo.
Eso puede ser uno de los motivos por el que no continuara en el mundo de la pesca, aunque nunca lo he descartado.
Ya ven que ésta es una de esas primeras veces con las que empezé la historia, espero tener respuesta para más temas.

popileroy dijo...

Ya te podias haber estirado con una foto del bicho! Como animal exterminador que somos, nos inflamos de sustancia al poder llevar a cabo la tarea que se nos ha encomendado, aunque hallamos pasado toda la vida dormidos entre las bandejitas fileteadas del mercadona.